Sabemos
ya que tomar drogas y alcohol habitualmente favorece la aparición de
trastornos psiquiátricos. Por ello, dos de cada tres adictos a estas
sufre un trastorno mental de intensidad variable.
La
adolescencia es una edad en la que la experimentación se convierte
en algo habitual y necesario. Los jóvenes quieren probarlo todo,
entre eso las drogas, y están prácticamente seguros de que todo lo
negativo que eso puede comportar a ellos no les afectará. Lo cierto
es que este sector de la población tiene un mayor riesgo de
vulnerabilidad, porque puede caer en un consumo descontrolado si sus
bases psicológicas no son lo suficientemente fuertes. Los padres
muchas veces achacan ese consumo a las compañías que regenta su
hijo,y algunas veces no andan equivocados. Bien es cierto que el
experimentar con el alcohol o las drogas no es algo que se haga en
solitario, sino que se reúnen los amigos para vivir ese momento
juntos. Algunos chavales pueden tener una personalidad con más
tendencia a que aparezca una adicción, pero la mayoría de los
chicos que prueba algún tóxico no prolonga su consumo durante mucho
tiempo. La presión ambiental y del grupo pueden incitar a que un
joven siga consumiendo pese a que aquello no sea de su gusto. La
necesidad del sentimiento de grupo lleva a muchos jóvenes a consumir
en contra de su voluntad.

No hay comentarios:
Publicar un comentario